La manada argentina que se grabó violando a hombre y revela a otras que ultrajan a niñas indígenas

Cafayate es una localidad de la provincia de Salta, en el noroeste de Argentina. Su existencia pasa casi desapercibida, alentada por su remota ubicación. Eso fue hasta esta semana. Un hecho aberrante la sacó de ese silencio geográfico.


Medios centralizados en la capital del vecino país entre estos TN, informaron de una violación grupal contra un hombre.

Los agresores grabaron el momento en que abusaban sexualmente de la víctima y subieron a redes sociales el registro. Poco después, lo eliminaron; sin embargo, este ya había comenzado a compartirse, por lo que no tardó en hacerse viral.

La indignación se apoderó de los salteños debido a que salieron a la luz detalles de la condición de la víctima.

Posteriores averiguaciones daban cuenta de que el hombre que fue ultrajado, enfrenta problemas de adicción y posee un retraso mental moderado.

Antes de cualquier otra acción, la hermana de la víctima encaró a uno de los que aparecían en el video. El sujeto no negó su participación. Es más, le ofreció una suma de dinero para que no acudiera a las autoridades, pero ella estaba decidida a denunciar y así lo hizo.


El video que delató a dos de los autores

Tras la denuncia que interpuso la hermana de la víctima, se conoció la identidad de dos de los supuestos violadores, quienes aparecen en el video que ellos mismos subieron a las redes sociales, sin saber que se convertiría en una de las pruebas más contundentes de su participación en los hechos.

Las autoridades de Salta detuvieron a Jorge Daniel Gutiérrez, alias “Cara Vieja”, de 32 años, y Enrique Antonio Segovia, alias “Anatae”, de 42 años.

Gutiérrez fue diagnosticado con COVID-19, por lo que quedó bajo arresto domiciliario. Segovia, en cambio, se encontraba recluido en una comisaría de Animaná en espera de su traslado a un penal de Salta.

Ambos enfrentan cargos por abuso sexual gravemente ultrajante, debido al número de participantes (8 en total), en perjuicio de adulto con “capacidad jurídica restringida”, dado su retraso mental moderado.

Algunos medios del país trasandino calificaron el hecho como “violación en manada”, en referencia al caso ocurrido en España, en 2016, cuando 5 sujetos violaron a una joven, tras el popular Encierro de San Fermín.


En las últimas horas trascendió que otros 4 sujetos fueron capturados por presuntamente participar de la violación grupal. Ya guardan prisión preventiva bajo el mismo delito que los dos primeros apresados, cuyos rostros figuran en el video que esta manada grabó al momento de cometer la violación.

“Rameo” y “Chineo”: violación en manada a niñas indígenas

La violación grupal contra un hombre, ocurrida esta semana en Salta, es uno de los sucesos que estremecen a esa localidad, pero que revela otros crímenes similares, ocultos en comunidades indígenas de esa zona.

Todo es parte de la seudopráctica ancestral denominada “Rameo”, cuyo verbo infinitivo, “ramear”, significa arrastrar de los pelos.

Es precisamente lo que hacen con las niñas de entre 8 y 10 años, para luego violarlas en manada.

Los participantes son hombres blancos, que tras el ultraje, disfrazado en un “rito de iniciación”, las devuelven con la mayor de la impunidad a sus comunidades indígenas en el norte provincial, entre estas: Wichí, Qom, Pilagá, Mapuche, entre otras, según el periódico local Cuarto Poder.

El “Chineo”, en tanto, según la representante mapuche, Moira Millán, es otra de las formas de abuso que viene denunciándose desde hace décadas.

“La violación a les niñes indígenas es criminal. Desde hace siglos les niñes indígenas, entre los 8 y 10 años, sufren violaciones por parte de criollos con cierto poder económico y social, que les eligen a modo de rito ‘iniciático’ de la sexualidad”.

Millán aseguró que el machismo, la misoginia y el racismo, forman parte de una triada para la impunidad, tras las violaciones contra las niñas de las comunidades indígenas antes mencionadas.

El abandono institucional también forma parte del esquema que las aísla socialmente, de la peor forma.

En junio pasado una joven de 16 años, perteneciente a la comunidad indígena Wichí, fue violada por 4 sujetos quienes la amenazaron con arma de fuego para cometer el ultraje.

Los responsables están siendo procesados por el delito de abuso sexual carnal doblemente agravado, ya que usaron un arma para forzarla a tener relaciones sexuales, dado que se encontraba bajo los efectos del alcohol “y no pudo consentir el acto que afectó su libertad sexual”, según lo estableció la fiscal María Soledad Filtrín.

Otro caso denunciado por las representantes de 36 comunidades indígenas en Argentina, es el de una niña Wichí de 12 años, con discapacidad, quien fue violada por 8 sujetos. Ella quedó embarazada tras el crimen, pero la justicia local se negó a que abortara.

Son episodios denunciados por el Movimiento de Mujeres Indígenas Por el Buen Vivir, desde sus respectivas comunidades, ya que la mayoría de las violaciones contra las niñas que integran sus etnias indígenas quedan en la impunidad, bajo el amparo de las prácticas ancestrales, sin que el Estado se haga responsable en su rol para evitarlo.

 

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