En septiembre de 2024, un juez dictó la sentencia absolutoria para el hombre en un tribunal de Shizuoka, ciudad de la costa sur de Japón. Hakamata no asistió y fue eximido de todas las audiencias previas como consecuencia de su deterioro mental.

En 1966, Hakamata trabajaba en una planta procesadora de miso (un condimento asiático) cuando se encontraron los cuerpos de su jefe, la esposa y sus dos hijos, en el marco de un incendio en su casa en Shizuoka, al oeste de Tokio. Las víctimas habían sido apuñaladas hasta la muerte.

El hombre fue encontrado culpable de asesinar a la familia, incendiar la casa y robar 200.000 yenes en efectivo. Si bien inicialmente negó haberlo hecho, poco después hizo una confesión forzada. En 1968 fue condenado a muerte.

Durante años, los abogados que defendieron a Hakamata argumentaron que el ADN recuperado de la ropa de las víctimas no coincidía con el del hombre y aseguraron que la evidencia había sido plantada.

Finalmente, se le concedió un nuevo juicio en 2014, aunque la extensión de los procedimientos judiciales hicieron que recién se iniciara en octubre del año pasado.