Shinzo Abe presidente de japón 2021

Shinzō Abe (安倍 晋三 Abe Shinzō?, Tokio, 21 de septiembre de 1954-Kashihara, 8 de julio de 2022)1​2​3​ fue un político japonés, presidente del Partido Liberal Democrático (PLD)4​ y primer ministro de Japón desde diciembre de 2012 hasta septiembre de 2020. Previamente ya había ocupado ese cargo de 2006 a 2007.

El 28 de agosto de 2020 anunció su dimisión por motivos de salud,5​ y su sucesor fue escogido en una elección indirecta, el 14 de septiembre.6​ En dicha elección fue elegido Yoshihide Suga como su sucesor y fue reemplazado el 16 de septiembre de 2020.7​

Se desempeñó como secretario jefe del Gabinete de 2005 a 2006, y como primer ministro de 2006 a 2007. Es el primer ministro con más años de servicio en la historia de Japón.8​9​

Elegido por primera vez a la Cámara de Representantes en las elecciones de 1993, fue nombrado secretario jefe del Gabinete por Junichiro Koizumi en septiembre de 2005, antes de reemplazar a Koizumi como presidente del Partido Liberal Democrático en septiembre de 2006. Posteriormente fue confirmado como primer ministro de Japón por una sesión especial de la Dieta Nacional, convirtiéndose, a los cincuenta y dos años, en el primer ministro más joven de Japón después de la guerra, y el primero en haber nacido después de la Segunda Guerra Mundial. Abe renunció al cargo un año más tarde, citando razones de salud, poco después de que su partido perdiera las elecciones de ese año para la Cámara de Consejeros. Fue reemplazado por Yasuo Fukuda, el primero de una serie de cinco primeros ministros que no pudieron retener el cargo durante más de dieciséis meses.

Después de recuperarse de su enfermedad, Abe protagonizó un regreso político inesperado, derrotando al exministro de Defensa Shigeru Ishiba en una votación para convertirse en presidente del PLD por segunda vez en septiembre de 2012. Tras la aplastante victoria del PLD en las elecciones generales de diciembre, se convirtió en el primer ex primer ministro en reg

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Shinzo Abe: el momento previo al ataque contra el ex primer ministro y las reacciones a su muerte

El ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, fue asesinado en plena calle mientras daba un discurso en un evento electoral.

Estas imágenes muestran el momento previo a que se produjera el ataque y cómo el sospechoso es inmovilizado por las autoridades.

Advertencia: las imágenes pueden resultar perturbadoras.

Abe fue el primer ministro con más años en el cargo. El evento se celebró en la ciudad occidental de Nara, de cara a las próximas elecciones parlamentarias de Japón del domingo.

Shinzo Abe: asesinan al ex primer ministro de Japón cuando daba un discurso

El ex primer ministro japonés Shinzo Abe fue asesinado este viernes cuando daba un discurso en la ciudad de Nara, en el sur de Japón.

El exmandatario de 67 años falleció en el Hospital de la Universidad Médica de Nara, donde recibió tratamiento médico tras los disparos.

Colapsó inmediatamente tras los disparos efectuados por su espalda y fue trasladado de urgencias al hospital, donde los médicos pasaron cuatro horas y media tratando de salvarle la vida.

El corresponsal de la BBC en Tokio, Yuko Kato, calificó la noticia como "el peor desenlace posible".

"Independientemente de lo que mucha gente piense de la gestión de Abe, Japón ahora está unido por el dolor, la ira y la conmoción", agregó.

El tiroteo ocurrió sobre las 11:30 hora local (02:30 GMT) del viernes y su presunto autor, un hombre de 41 años, fue arrestado.

Tras el anuncio de su muerte, un médico del hospital confirmó en una rueda de prensa que había encontrado heridas en el lado derecho del cuello, pero que no se había encontrado ninguna bala.

Además, aseguró que su equipo no había detectado signos vitales cuando el ex primer ministro llegó al hospital.

El médico experto concluyó que, tras caer en un estado de paro cardiopulmonar en la escena del crimen, Shinzo Abe murió desangrado.

El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, calificó el ataque como un acto de brutalidad y aseguró estar "sin palabras".

"Tengo un gran respeto por el legado que dejó Shinzo Abe", agregó, y describió a Abe como un "amigo personal" y alguien con quien "pasaba mucho tiempo".

"Recibí valiosos consejos y apoyo de Abe", prosiguió.

Cómo ocurrió el ataque
Abe se encontraba haciendo campaña en la ciudad de Nara, en el sur de Japón, a dos días de las elecciones de la Cámara alta del Parlamento japonés previstas para el domingo.
Estaba dando un discurso de campaña en apoyo al candidato político Kei Sato, un miembro actual de la Cámara alta que se postula para la reelección en Nara.
Se escucharon dos disparos y se cree que Abe recibió uno de ellos en el cuello.
El exmandatario colapsó inmediatamente y fue trasladado de urgencia al hospital más cercano.
Los agentes de seguridad que se encontraban en la escena abordaron al atacante, quien está ahora bajo custodia.
Un arma no identificada fue vista en el suelo después del ataque. Se cree que el atacante usó un arma casera.
La policía incautó el arma del atacante, quien fue identificado como Yamagami Tetsuya, de 41 años de edad, a quien se puede ver en esta imagen detrás de Abe cuando el político se sube a una pequeña tarima.

Tetsuya le dijo a los investigadores que estaba molesto con el ex primer ministro y que tenía la intención de matarlo, según fuentes policiales.

La Policía dijo que el sospechoso sentía rencor hacia una "organización específica" de la que creía que Abe formaba parte, pero las autoridades no dieron detalles del nombre del grupo.

El atacante es exmiembro de la Fuerza de Autodefensa Marítima (fuerza naval) de Japón, reportaron los medios locales.

Los ataques de este tipo son muy raros en Japón, un país en donde existen estrictas restricciones sobre la posesión de armas de fuego y donde apenas se registran incidentes de violencia política.

El legado de Abe
Abe fue primer ministro de Japón entre 2006 y 2007, y de nuevo entre 2012 y 2020, siendo el mandatario que más tiempo ha servido en ese cargo en la historia de Japón.

Hijo del excanciller Shintaro Abe y nieto del exprimer ministro Nobusuke Kishi, Abe pertenecía a la realeza política y todavía era considerado una figura poderosa en la política japonesa.

Fue conocido por su agresiva política exterior y una estrategia económica característica que popularmente se conoció como "Abenomics".

Es, hasta el momento, el primer ministro con más años de servicio en el país asiático.

Su primera etapa como primer ministro fue breve, duró poco más de un año a partir de 2006, y estuvo marcada por los escándalos.

Pero hizo una reaparición política en 2012 y se mantuvo en el poder hasta 2020, cuando renunció por motivos de salud.

Abe renunció luego de semanas de especulaciones y reveló que había sufrido una recaída de colitis ulcerosa, la enfermedad intestinal que provocó su renuncia en 2007.

Fue sucedido por su aliado cercano en el partido Yoshihide Suga, a quien luego reemplazó Fumio Kishida, el actual primer ministro.

El exlíder japonés fue uno de los políticos más influyentes de Japón en los tiempos modernos.

Su asesinato ha provocado conmoción y condena tanto en Japón como en el extranjero.

"Un ataque despreciable"
Numerosas voces alrededor del mundo condenaron el asesinato de Abe.

El primer ministro saliente de Reino Unido, Boris Johnson, calificó el suceso como un "ataque despreciable".

La reina Isabel II también lamentó la muerte de Abe.

"Tengo recuerdos afectuosos de la reunión con el señor Abe y su esposa durante su visita a Reino Unido en 2016. Su amor por Japón y su deseo de forjar una relación más estrecha con Reino Unido eran claros", señaló la monarca.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, dijo estar "aturdido, indignado y profundamente entristecido", mientras que el secretario de Estado, Antony Blinken, calificó a Abe de "líder con gran visión".

El mandatario de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, se refirió al ataque como un "crimen inaceptable" y envió sus condolencias al pueblo japonés "por haber perdido al primer ministro que más tiempo había gobernado y a un político respetado".

Zhao Lijian, portavoz del ministerio de Exteriores de China, dijo que su país estaba conmocionado por el ataque y recalcó que este suceso no debía asociarse con las relaciones sino-japonesas.

Los comentarios de regodeo sobre el ataque a Abe han dominado las redes sociales chinas, y también han aparecido en las plataformas coreanas.

Históricamente, China y Corea del Sur han tenido relaciones complicadas y difíciles con Japón. Durante su mandato, Abe fue muy impopular entre los habitantes de ambos países debido a que se caracterizó por tener posturas agresivas en temas militares.

En América Latina, el presidente de Chile, Gabriel Boric, publicó un mensaje en Twitter transmitiendo su pésame a la familia de Abe y al pueblo de Japón por este "horrible asesinato".

Línea
Un asesinato que podría cambiar Japón para siempre
Análisis de Rupert Wingfield-Hayes, corresponsal de la BBC en Japón

Desde que surgió la noticia por mañana, me han estado llegando mensajes de amigos y contactos y todos me hacen la misma pregunta: ¿cómo pudo haber pasado esto en Japón?

Yo pensaba más o menos lo mismo. Viviendo aquí te acostumbras a no pensar en delitos violentos.

La identidad de la víctima solo hace que la noticia sea aun más impactante.

Shinzo Abe ya no era el primer ministro de Japón, pero seguía siendo una gran figura en la vida pública japonesa y es probablemente el político japonés más conocido de las últimas tres décadas.

¿Quién querría matar a Abe? ¿Y por qué?

Cuando digo que aquí la gente no piensa en los delitos violentos, no exagero.

Poseer un arma en Japón es extremadamente difícil. Requiere no tener antecedentes penales y pasar por una capacitación obligatoria, una evaluación psicológica y verificaciones exhaustivas de antecedentes. La policía incluso entrevista a los vecinos del solicitante.

En consecuencia, el crimen con armas prácticamente no existe.

En promedio, cada año hay menos de 10 muertes relacionadas con armas en Japón. En 2017, solo hubo tres.

No es de extrañar entonces que gran parte de la atención se haya centrado en el pistolero y el arma que usó.

¿Quién es? ¿De dónde sacó el arma? Los medios japoneses informan que el hombre de 41 años es un exmiembro de las fuerzas de autodefensa del país, el equivalente al ejército.

Pero una inspección más cercana muestra que solo pasó tres años en la marina.

El arma que usó es más curiosa. Las imágenes del arma tirada en el suelo después del tiroteo muestran lo que parece ser un arma casera.

Dos trozos de tubo de acero pegados con cinta adhesiva negra, con una especie de gatillo hecho a mano. Parece algo creado a partir de planes descargados de internet.

Entonces, ¿fue un ataque político o la acción de alguien que quería hacerse famoso, disparándole a alguien famoso? Hasta ahora, no lo sabemos.


Shinzo Abe, el primer ministro de Japón que más tiempo ocupó el cargo, muere a los 67 años
Abe recibió disparos el viernes durante un acto de campaña. Antes de dejar el cargo en 2020, ayudó a sacar a su país de las dificultades económicas pero no logró su objetivo más importante: normalizar al ejército de Japón luego de décadas de pacifismo de posguerra.

Shinzo Abe, el primer ministro japonés que más tiempo ocupó el cargo, quien se comprometió con la misión política de erradicar los fantasmas bélicos del pasado de su país pero no logró restaurar a Japón como una potencia militar normalizada, fue asesinado el viernes en la ciudad de Nara. Tenía 67 años.

Su muerte, producto de las heridas recibidas durante un tiroteo en un evento de campaña, fue confirmada por el médico Hidetada Fukushima, profesor de medicina de urgencias en el Hospital de la Universidad Médica de Nara.

Abe, heredero de una familia de políticos acérrimamente nacionalistas entre los que se contaba un abuelo acusado de crímenes de guerra antes de convertirse en primer ministro, hizo historia al liderar a Japón durante casi ocho años consecutivos a partir de 2012.

Fue una notable hazaña de longevidad, no solo porque Japón tiene una alta rotación de primeros ministros, sino porque Abe solo había permanecido un año en el cargo en un intento previo y malogrado de liderar el país.

Su largo mandato, sin embargo, solo consiguió victorias parciales en cuanto a sus dos principales ambiciones: liberar a las fuerzas armadas de Japón después de décadas de pacifismo de posguerra y poner en marcha y revisar su economía a través de un programa conocido como Abenomics.

Y en agosto de 2020, apenas cuatro días después de establecer el récord como el dirigente con el mandato ininterrumpido más largo para un líder japonés, Abe renunció como primer ministro debido a sus problemas de salud, un año antes de lo anticipado.

Una de sus medidas más significativas como primer ministro sucedió en 2015, cuando impulsó una legislación que autorizaba misiones de combate en el extranjero junto con tropas aliadas en nombre de la “autodefensa colectiva” luego de multitudinarias protestas públicas y una batalla con políticos de oposición.

Pero no consiguió su muy anhelado objetivo de revisar la cláusula de la Constitución japonesa que renuncia a la guerra y que fue instaurada por la ocupación estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial. Al final, Abe no fue capaz de convencer al pueblo japonés que no estaba dispuesto a repetir los errores de esa guerra.

Con su programa económico, Abe impuso una suerte de terapia de choque que incluía efectivo barato, gasto público en proyectos de estímulo que incrementaron la deuda del país e intentos de desregulación empresarial. Esa combinación dio resultado en los primeros años de su mandato, al sacar a la economía de un malestar implacable y elevando el perfil internacional de Abe.

Un factor clave de su plataforma económica era el esfuerzo de empoderar a las mujeres, pues argumentaba que aumentar su participación en la fuerza de trabajo ayudaría a equilibrar una población que envejecía e iba en declive. Sin embargo, algunas de las primeras promesas de su agenda “Womenomics”, —como aumentar drásticamente la proporción de mujeres en las gerencias y en el gobierno— no llegaron a realizarse.

En el plano internacional, Abe fue uno de los pocos líderes mundiales en sostener una relación constantemente cercana al presidente Donald Trump. Organizó dos visitas para el líder estadounidense, entre ellas una en la que Trump se reunió con Naruhito, el emperador que acababa de acceder al trono.

Abe también recibió al presidente Barack Obama cuando se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar Hiroshima, el lugar de uno de los dos bombardeos atómicos realizados por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial.

Luego de años de una relación distante con China, Abe intentó inaugurar una era de acercamiento al realizar la primera visita a Pekín de un primer ministro japonés en siete años al reunirse con el presidente Xi Jinping en 2018.

Luego de que la gestión de Trump se retirara de un acuerdo comercial multilateral entre Estados Unidos y otros 11 países de la cuenca del Pacífico, Abe mantuvo a los demás países en una coalición que en 2018 hizo entrar en vigor el pacto sin la participación de Estados Unidos.

Se reunió decenas de veces con el presidente ruso, Vladimir Putin, con la esperanza de negociar un acuerdo por las cuatro islas disputadas al norte de Japón que fueron conquistadas por la Unión Soviética luego del final de la guerra.

El padre de Abe intentó durante mucho tiempo, sin éxito, resolver la disputa territorial, y el hijo tampoco pudo resolverla. Como resultado, ambos países aún tienen pendiente firmar un tratado de paz para poner fin oficialmente a la guerra entre ellos.

‘La historia es severa’
Aunque Abe trabajaba para cultivar relaciones diplomáticas y comerciales en el mundo, nunca perdió de vista su plan nacionalista en casa.

Un año después de asumir el cargo en 2012, Abe visitó el templo Yasukuni, que honra a los muertos en las guerras de Japón, entre ellos a los criminales de guerra de la época de la Segunda Guerra Mundial. Si bien después evitó esas visitas, se resistió a los llamados que pedían que Japón ofreciera mayores disculpas por las atrocidades cometidas en tiempos de guerra, un asunto doloroso para sus vecinos de Corea del Sur y China.

Bajo su mandato, las relaciones de Japón con Corea del Sur cayeron a uno de sus puntos más bajos desde la ocupación colonial japonesa de la península y ambos países debatieron cómo es que Japón debería expiar su historia.

Cuando Abe dio el primer discurso pronunciado por un primer ministro japonés ante el Congreso de EE. UU. en 2015, reconoció el peso del pasado pero evitó ofrecer una disculpa directa y personal por el papel de Japón en la guerra.

“La historia es severa. Lo que está hecho no puede deshacerse”, dijo. “Nuestras acciones causaron sufrimiento a los pueblos de los países asiáticos. No debemos quitar nuestros ojos de eso”.

En el septuagésimo aniversario del fin de la guerra, reiteró su apoyo a las anteriores expresiones oficiales de remordimiento pero también pareció indicar que Japón había hecho suficiente. “No debemos permitir que nuestros hijos, nietos e incluso más generaciones por venir, que no tienen nada que ver con esa guerra, estén predestinados a disculparse”, dijo.

Shinzo Abe nació el 21 de septiembre de 1954 en Tokio, hijo de Shintaro y Yoko Ave. Su madre era hija de Nobusuke Kishi, quien había sido acusado de crímenes de guerra por la ocupación estadounidense, pero al final fue liberado de prisión sin comparecer ante el tribunal de crímenes de guerra de los Aliados. Fungió como primer ministro de 1957 a 1960 y se opuso fervorosamente a la Constitución que, medio siglo después, su nieto intentaría corregir con ahínco.

El padre de Abe también incursionó en política y fungió como ministro de Exteriores y fue un líder influyente en el Partido Liberal Democrático, que excepto por cuatro años, siempre ha gobernado en Japón desde el fin de la guerra.

Tal vez hubo pocas dudas de que Abe al final se decantaría por seguir los pasos de su padre y su abuelo. Estudió ciencias políticas en la Universidad Seikei en Tokio y pasó un año en la Universidad del Sur de California, donde también estudió ciencias políticas.

Luego de un breve paso por la acerera Kobe Steel, Abe empezó su carrera política en 1982, como asistente ejecutivo de su padre, que por ese entonces era ministro de Relaciones Exteriores.

Se casó con Akie Matsuzaki, hija de un expresidente de Morinaga, una de las principales empresas de golosinas, en 1987. La pareja nunca tuvo hijos.

Los medios de Japón —y ella misma solía decirlo— a veces la describían como el “partido de oposición doméstico” de Abe, porque estaba en contra de la energía nuclear, que él apoyaba y solía expresar posturas más progresistas que el primer ministro en temas como los derechos de las personas gay.

Luego de que su padre murió en 1991, Abe fue electo para ocupar su curul parlamentaria de la prefectura de Yamaguchi en el suroeste de Japón en 1993.

Su primera gran oportunidad ocurrió en 2000, cuando fue nombrado subsecretario principal del Partido Liberal Democrático.

Como tal, Abe acompañó a Junichiro Koizumi, un primer ministro popular e inconformista, a Pionyang en 2002 para reunirse con el líder norcoreano de entonces, Kim Jong-il, a fin de negociar la liberación de ciudadanos japoneses supuestamente secuestrados por agentes norcoreanos. El norte liberó a cinco cautivos y los políticos los llevaron de regreso a Japón.

Para Abe, la defensa de la causa de los ciudadanos secuestrados y sus familias fue una preocupación el resto de su vida y ayudó a conformar sus posturas de línea dura sobre Corea del Norte. Durante su mandato alentó un debate sobre si Japón debería adquirir la capacidad de accionar armas capaces de impactar sitios de lanzamiento de misiles en territorio enemigo en caso de que un ataque pareciera inminente, un debate claramente vinculado a la creciente amenaza nuclear del norte.

Ascenso y rápida caída
La primera vez que Abe llegó al cargo más importante de Japón fue en 2006, cuando fue elegido como el líder de los Demócratas Liberales y se convirtió en el primer primer ministro japonés nacido después del fin de la guerra.

Desde el inicio, insistió en su deseo de actualizar la Constitución pacifista y mover a Japón hacia un nuevo nivel de independencia de Estados Unidos, que le brindaba seguridad al país a cambio de renunciar a contar con un ejército pleno y permitir la presencia de tropas estadounidenses en el territorio.

“Al confiarle nuestra seguridad nacional a otro país y priorizar el desarrollo económico sin duda hemos sido capaces de adquirir enormes ganancias materiales”, escribió Abe sobre la era de la posguerra en su libro de campaña Hacia un país hermoso. “Pero lo que perdimos a nivel espiritual, eso también fue enorme”.

En su búsqueda para cambiar la Constitución, Abe molestó a China y a Corea del Sur, dos víctimas del militarismo de Japón durante el siglo XX. También negó que el ejército japonés hubiera forzado a mujeres asiáticas, principalmente coreanas y chinas, a la esclavitud sexual durante la Segunda Guerra Mundial y tomó medidas para modificar los libros de texto a fin de presentar lo que los críticos dijeron era una versión “blanqueada” o suavizada de la historia bélica de Japón.

Pero al cabo de un año, Abe comenzó a tener problemas por los escándalos de su gabinete y el establecimiento político y los medios lo anularon. Renunció abruptamente en septiembre de 2007, arguyendo problemas de salud derivados de una colitis ulcerosa, lo que causó un desorden en su partido.

Su renuncia fue el inicio de una vertiginosa caída para los Demócratas Liberales que culminó con la pérdida del Parlamento en 2009 frente al opositor Partido Democrático. Era apenas la segunda vez desde la formación del Partido Demócrata Liberal en 1955 que no controlaban el poder.

Sin embargo, el gobierno de la oposición fue arruinado por torpezas y la gestión terminó por desplomarse cuando el público se enfureció por la respuesta al desastre nuclear de Fukushima luego del terremoto y el tsunami de 2011. Para 2012, los votantes habían regresado a los conservadores Demócratas Liberales al poder, con Abe a la cabeza.

Parecía haber aprendido algunas lecciones de su primer mandato. Al principio se concentró en revivir a una economía moribunda y dar marcha atrás a varios años de deflación, lo que sacó a Japón de las llamadas décadas perdidas posteriores a la gran burbuja inmobiliaria de los años ochenta.

Al concentrarse en la economía en su segunda gestión, “vimos que se volvió mucho más pragmático y flexible”, dijo Yuichi Hosoya, cientista político en la Universidad Keio en Tokio y quien alguna vez fue asesor de política exterior de Abe.

No obstante, mantuvo su ambición de devolverle a Japón una postura militar más sólida. En 2015, Abe impulsó un paquete de leyes de seguridad que permitirían que las Fuerzas de Autodefensa de Japón se unieran a tropas aliadas para misiones de combate en el exterior. También formó un consejo de seguridad nacional y ayudó a incrementar el presupuesto de defensa de Japón.

En 2016, su partido obtuvo una victoria arrasadora en las elecciones nacionales, ayudado en parte por la inercia política y un pueblo que no confiaba en la capacidad de la oposición para gobernar.

Pero también demostró las considerables habilidades políticas de Abe para controlar a su partido y a la burocracia en un país en el que pocos primeros ministros han logrado permanecer tanto tiempo en el cargo. “Para crear un crecimiento económico estable y tener un papel político importante en el escenario internacional, un líder político japonés debe permanecer cierto tiempo en el poder”, dijo Hosoya.

En las elecciones de 2016, los votantes dieron a los demócratas liberales y sus aliados más de dos tercios de los escaños en el Parlamento, una gran mayoría que, en teoría, podría haberle dado a Abe los votos que necesitaba para cambiar la Constitución.

Luego de la victoria electoral de Trump, Abe astutamente cultivó su preferencia, y se apuró en llegar a Nueva York para ser el primer líder mundial en reunirse con él luego de su victoria. A lo largo de partidos de golf, llamadas telefónicas y reuniones personales desarrolló una relación cercana con el expresidente estadounidense.

La adulación ayudó a prevenir lo que muchos en Japón temían que serían exigencias rápidas de acuerdos comerciales dañinos o pagos más elevados por parte de Japón por albergar a cerca de 55.000 soldados estadounidenses en bases en todo el país.

Un mandato opacado
Abe llevó a su partido a dos victorias más en elecciones nacionales pero perdió la supermayoría en 2019 y jamás logró impulsar una revisión de la Constitución.

Una serie de escándalos de tráfico de influencias opacó su posición, y la desilusión por su tibio avance en materia de igualdad de las mujeres, la tasa de natalidad peligrosamente baja del país, una serie de desastres naturales y, más tarde, la desaprobación de su manejo de la pandemia de coronavirus y una recesión económica asociada distrajeron de su agenda nacionalista.

“Según las exigencias que heredó y lo que quiso llevar a cabo cuando incursionó en política, su mandato fue un fracaso”, dijo Tobias Harris, experto en política japonesa en el Centro para el Progreso Americano en Washington y autor del libro The Iconoclast: Shinzo Abe a


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