Según dijeron, los guardabosques pasaron más de 20 minutos quitando cuidadosamente los restos y moho de las superficies de la cueva.

“A la escala de la perspectiva humana, una bolsa de bocadillos derramada puede parecer trivial, pero para la vida de la cueva puede cambiar el mundo”, enfatizaron, haciendo referencia al ecosistema de la cueva.

Finalmente, manifestaron que “grandes o pequeños, todos dejamos un impacto dondequiera que vayamos. Hagamos todos que el mundo sea un lugar mejor de lo que lo encontramos”, con el fin de evitar estas situaciones y que nadie más vuelva a dejar basura en un ambiente resguardado (o en ningún lugar en realidad).

La mayoría de los comentarios fueron en rechazo al actuar del turista y en reclamo contra las personas que no siguen las instrucciones cuando visitan lugares resguardados, algo que se repite mucho en Chile, sobre todo en los parques nacionales, playas y zonas ricas en un ecosistema diverso.

Los más críticos, enfatizaron incluso en que la solución es simple, “cerrar” ese tipo de lugares para que nadie vuelva a entrar y afectar el ecosistema.