“Son los más propensos a sufrir esta adicción, principalmente debido a su alta exposición y familiaridad con las tecnologías digitales desde una edad temprana. Este grupo etario también enfrenta presiones sociales y emocionales significativas, como la búsqueda de identidad y la necesidad de pertenencia, que pueden amplificarse con el uso de redes sociales”, complementa Sánchez.
“Estudios han demostrado que otras víctimas comunes de este trastorno son personas con bajos niveles de autoestima, problemas emocionales o habilidades deficientes de regulación emocional como la supresión o evitación de emociones negativas”, puntualiza el psicólgo.
Al respecto, el profesional aseguró que al igual que otras adicciones, ésta deja algunas señales previas que ayudan a detectarla y que dan cuenta de que una persona sufre de esta dependencia.
“Estas incluyen una preocupación constante por estar conectado o revisar las redes sociales, uso excesivo de tiempo en estas plataformas, disminución del rendimiento académico o laboral, y dificultades para reducir el tiempo de uso, a pesar de ser conscientes de los efectos negativos. Además, pueden presentarse síntomas emocionales como ansiedad o irritabilidad cuando no se puede acceder a ellas”, detalló a la presente redacción.
Otra de las señales que plantea Sánchez es la incapacidad de reducir el tiempo de uso de las RR.SS. pese a varios intentos conscientes, lo que se explica como una forma indirecta para evitar emociones negativas o situaciones incómodas, lo que puede llegar a provocar cambios de comportamiento y disminución en la participación en actividades relacionadas a lo social, obviamente, fuera del entorno digital.
“La tendencia a la comparación social constante, junto con la necesidad de recibir validación a través de interacciones en línea, también son señales de alerta. Las personas que buscan en las redes sociales un escape o alivio para su malestar emocional son más propensas a desarrollar una adicción”, recalca el docente.
Pero, ¿por qué las redes sociales son tan adictivas? El psicólogo penquista aborda esta pregunta en relación a las recompensas que recibe el cerebro de parte de los estímulos “gratificantes” de estas plataformas digitales.
“El mecanismo neurológico de la adicción a las redes sociales se basa en la activación del sistema de recompensa del cerebro, específicamente en una estructura llamada el núcleo accumbens. Este núcleo forma parte del circuito de recompensa del cerebro, que se encarga de regular la motivación, el placer y el aprendizaje por refuerzo. Cuando realizamos una actividad que nuestro cerebro percibe como placentera, se libre una sustancia química llamada dopamina”, precisó.
En el contexto de estas aplicaciones móviles o digitales, cada ‘like’, comentario, conversación o notificación actúa como una recompensa para el cerebro. Unas gratificaciones que, si bien son impredecibles, llegan a generar un efecto aún más potente.
“Esta liberación intermitente de dopamina refuerza el comportamiento, similar a cómo lo haría una recompensa en un juego de azar. Al reforzar la conducta de revisar constantemente las redes sociales en busca de estas recompensas, el cerebro empieza a asociar el uso de estas plataformas con una sensación de placer o alivio emocional”, especificó.
Los riesgos de la procrastinación digital
¿Te ha pasado que te quedas viendo publicaciones en Instagram, TikTok y/o Facebook por largos minutos, postergando tareas importantes? Esta práctica tiene un nombre y puede llegar a afectar considerablemente la salud mental; la procrastinación digital.
Si bien es un comportamiento que no tiene el mismo impacto negativo que una adicción como tal, puede ser un detonante para llegar a ella, ya que, de igual manera, puede generar efectos negativos significativos en la vida de las personas.
“A largo plazo, afecta la productividad, el rendimiento académico y laboral, así como el bienestar emocional, generando un ciclo de dependencia y sentimientos de frustración o culpa por la falta de logros personales”, enfatiza el docente de la UDD.
En Chile, la gran mayoría de los chilenos tiene su propio smartphone con las respectivas redes sociales, por lo que la procrastinación digital es una práctica cada vez más común, pero que se relaciona directamente con la evasión de responsabilidades o situaciones emocionalmente incómodas. Una vía de escape que puede resultar en una acumulación de problemas no resueltos, lo que trae diversos problemas emocionales y mentales si no se tiene un control.
Sánchez entrega consejos para evitar la procrastinación digital:
– Establecer límites claros para el tiempo dedicado a estas actividades.
– Utilizar herramientas de control de tiempo, como aplicaciones que limiten el acceso a redes sociales después de un cierto periodo.
– Fomentar la participación en actividades que no requieran el uso de pantallas, como el ejercicio físico, la lectura o el desarrollo de hobbies,
– Utilizar aplicaciones de bloqueo para restringir el acceso a las redes sociales durante tiempos designados para el trabajo o estudio
– En casos más severos, donde la procrastinación y el uso excesivo de redes sociales interfieren significativamente en la vida diaria, es recomendable buscar apoyo en amigos, familiares, grupos de apoyo o incluso ayuda profesional para tratar cualquier problema subyacente de salud mental.
¿Por qué ver publicaciones en redes sociales es tan adictivo y consume tanto tiempo sin que nos demos cuenta? En ese sentido, Sánchez explicó que este comportamiento evasivo “es reforzado por el diseño adictivo de las plataformas, que utilizan algoritmos para optimizar el contenido mostrado, captando y manteniendo la atención del usuario. Al coincidir con los estados emocionales negativos del usuario, este contenido perpetúa un ciclo de retroalimentación dañina”.
¿Cómo enfrentar la adicción a las redes sociales?
El uso abusivo de redes sociales puede traer consigo una importante distorsión de la realidad y que el individuo tienda a comparar su vida con las representaciones idealizadas que otros muestran en esta plataforma, provocando sentimientos negativos como la envidia, inseguridad y una obsesión por la validación social. Otro importante factor que hace que esta adicción esté a la vuelta de la esquina y traigo consigo riesgos de prácticas como el ciberacoso.
De acuerdo al psicólogo e investigador, se necesitan adoptar estrategias tanto personales como externas para abordar la adicción a las redes sociales, ya sea si es el propio individuo el afectada o una persona de su círculo cercano.
En ese sentido y al igual que las recomendaciones entregadas para evitar la procrastinación digital, lo principal es que existan límites de tiempos claros para el uso de estas plataformas, ya sea con aplicaciones, herramientas o con la ayuda de un familiar y/o amigo. Es fundamental que una persona que padezca este trastorno reemplace esta práctica con actividades alternativas que le produzcan una satisfacción similar, como ejercicios físicos, lecturas, reuniones sociales o cualquier tipo de hobbies que, exclusivamente, no requieran tener un dispositivo digital al alcance.
“Otra estrategia es buscar apoyo en el entorno cercano o en grupos de apoyo, así como, en casos más graves, recurrir a ayuda profesional. Además, fomentar la autorregulación emocional y desarrollar habilidades para gestionar el estrés y la ansiedad sin recurrir a las redes sociales puede ser útil para reducir la dependencia”, puntualiza Sánchez.