En EEUU se abre debate por semana laboral: llevan años con 40 horas y plantean rebajarla a 32

"La pandemia hizo que muchos estadounidenses repensaran el equilibrio entre su vida personal y profesional. Mucha más gente pide flexibilidad. Se dieron cuenta de que tener tiempo también era importante", explica el legislador que impulsa reducir de 40 a 32 horas la semana laboral en EEUU.

 


La semana laboral de 40 horas en Estados Unidos está en el punto de mira. La pandemia demostró las posibilidades de flexibilizar horarios y un congresista demócrata ha utilizado ese impulso para reintroducir un proyecto de ley que resta 8 horas a ese baremo estándar de trabajo.

La propuesta de Mark Takano modificaría la Ley de Normas Justas de Trabajo (FLSA), que estableció en 1938 las reglas sobre el salario mínimo y el pago del tiempo extra, y haría que a partir de las 32 horas la remuneración recibida mejorara, instando así a los empresarios o a pagar más o a contratar a más gente.

Solo se aplicaría a los llamados “trabajadores no exentos”, aquellos a los que normalmente se les paga por hora y que reciben un extra a partir de las 40 semanales.

Fue presentada en marzo y aunque no tiene visos de prosperar porque el comité que debe dar luz verde a su trámite parlamentario está presidido por los republicanos y tres meses después sigue sin haberse pronunciado, ha sido suficiente ya para abrir el debate.

 


“La pandemia hizo que muchos estadounidenses repensaran el equilibrio entre su vida personal y profesional. Estamos viendo cómo mucha más gente pide flexibilidad. Se dieron cuenta de que tener tiempo también era importante”, explica el legislador a la agencia EFE.

La reforma por la que aboga, que ya se vio frenada en 2021, no es meramente simbólica. “El empresario se lo va a tener que pensar dos veces a la hora de decir ‘Voy a mantenerte en 32 horas porque quiero ahorrar dinero’. ¿Dónde van a encontrar a gente que quiera hacer el equivalente a ese quinto día?”, se pregunta. Puede salir más a cuenta pagar la diferencia.

Takano recuerda que aunque la tecnología ha aumentado la productividad en las últimas décadas, el trabajador no se ha beneficiado de esos avances. En su opinión, la eventual aplicación de su proyecto de ley no tiene por qué ser una “pesadilla logística” ni económica.

El senador izquierdista Bernie Sanders coincide. “Ahora es el momento de reducir la semana laboral a las 32 horas sin ninguna pérdida en la paga. Los trabajadores deben beneficiarse de la tecnología avanzada, no solo el 1%”, dijo en Twitter en abril.

El gabinete de Takano calcula que unos 100 millones de personas se verían favorecidas, pero la legisladora conservadora Virginia Foxx, presidenta del comité que debe dar el visto bueno a la propuesta para que sea sometida a voto en la Cámara de Representantes, no está por la labor.

“Las regulaciones federales generales a menudo causan más daño que bien y no tienen en cuenta las necesidades específicas de las industrias, las comunidades y las pequeñas empresas”, ha dicho la congresista.


Experiencias de 32 horas

Experiencias piloto efectuadas por la coalición sin ánimo de lucro 4 Day Week Global, que promueve la semana laboral de cuatro días o 32 horas, han ofrecido sin embargo resultados positivos.

 

Treinta y tres compañías hicieron la prueba en 2022 durante seis meses en EEUU e Irlanda, en sectores como el de las telecomunicaciones. De las 27 que rellenaron el informe final, dos tercios apostaron por continuar con el nuevo esquema y las 16 que aportaron datos sobre el semestre comparable vieron un aumento del 37,55% en sus ingresos.

El 96,9% de los trabajadores encuestados dio además su sí a esa nueva organización, que permitió, según esos datos, que los niveles de cansancio bajaran un 57% y que los problemas de sueño se redujeran un 51%.

El director ejecutivo de 4 Day Week Global, Dale Whelehan, considera que la semana laboral de 32 horas ayuda a retener a la plantilla y a atraer a nuevos trabajadores. “Desde un punto de vista laboral, permite crear una masa laboral más feliz y sana”, cuenta.

En última instancia, a su juicio, “eso conduce a una mejor economía” y aquellos que no se sumen a esta nueva ola que empieza a alcanzar altura “lo van a pasar realmente mal en la guerra por encontrar nuevos talentos en los próximos años”.

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