Naturaleza e historia: los emblemáticos lugares que son parte de la ruta patrimonial del Parquemet

Son varios los atractivos turísticos que el Parque Metropolitano posee. Estos lugares forman parte de la ruta patrimonial del pulmón verde de la capital chilena.

 


El Parque Metropolitano de Santiago (Parquemet) es el parque urbano más grande de Latinoamérica. Está compuesto de seis cerros que albergan un importante valor histórico y patrimonial en su naturaleza y lugares cargados de más de 104 años de historia. En el mes del Patrimonio, estos son algunos sitios que forman parte de la ruta patrimonial del pulmón verde de Santiago.

La virgen Inmaculada Concepción

Esta gran escultura religiosa de 46 toneladas y 14 metros de altura es lo primero que se aprecia al mirar de lejos el Cerro San Cristóbal. La religión se profesa de mucho antes en la cumbre del cerro. Así lo simbolizaba una cruz de madera que fue derribada por un terremoto en 1647. Tuvieron que pasar tres siglos para que la propuesta llegara al arzobispado de Santiago: establecer un santuario dedicado a la Virgen para celebrar los cincuenta años de la Declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima.

En Chile no había una réplica de esta imagen, así que una escultura del siglo XVIII de Giuseppe Obici emplazada en la Plaza España de Roma sería el modelo. Su fundición estuvo a cargo de la compañía francesa Val d’Osne y en Chile la construcción de una estructura de piedra para instalar la estatua en la cumbre.

Para subir la inmensa escultura, se utilizaron carretas de bueyes y se abrió un camino más ancho. Además, se construyeron dos puentes. El terreno fue donado por las congregaciones de la Recoleta Domínica y las Hermanas Carmelitas de Santa Teresa del Arzobispado de Santiago. En 1908 fue su inauguración.

Este santuario ha sido escenario de importantes hitos, como la visita del Papa Juan Pablo II en 1987. El sumo pontífice celebró una misa y dejó un Evangelio de San Lucas que, actualmente, se exhibe en una vitrina en la cúpula que sostiene la escultura.

El antiguo funicular

El funicular fue inaugurado en 1925. Sus carros fueron importados desde Milán por el ingeniero y diseñador Ernesto Bozo Pezza. La estación de embarque, ubicada en Pío Nono, estuvo a cargo del arquitecto Luciano Kulczewski, quien construyó un castillo de piedra con dos torres medievales. Quien estuvo a cargo de las pruebas de seguridad fue el ingeniero Jorge Alessandri Rodríguez.

El viaje, desde Pío Nono hasta la cumbre, duraba quince minutos. Los carros tenían capacidad para 50 personas y el precio de los boletos era de 60 centavos, donde los pasajeros iban de pie al aire libre, y $1 con asientos bajo techo; un valor caro en relación con los sueldos de la época.

Desde el año 2000, este funicular es Monumento Histórico. Actualmente, se encuentra en reparación.

Teleférico

El antiguo teleférico fue inaugurado el 1 de abril de 1980. Este proyecto fue impulsado por el director de la época, Ernesto Hald, quien estuvo a cargo de la gestión de Parquemet entre los años 1976 y 1980.

En esa época, el teleférico estaba compuesto por 94 cabinas de colores (conocidas popularmente como huevitos), cada una con capacidad para cuatro personas. Avanzaban a una velocidad promedio de 14,4 kilómetros por hora y tardaban una veintena de minutos en realizar el recorrido completo de 4.800 metros. En 2008, debido a unas fallas, el teleférico dejó de funcionar por varios años.

En 2014 se abrió una licitación que permitió que este popular ícono de Parquemet volviera a funcionar. Esta vez, fue la ciudadanía quien eligió los colores a través de una votación, y así, 46 cabinas verdes, rojas y azules volvieron a elevarse por el cerro. Con capacidad para seis personas, hasta el día de hoy. Modernizado, con acceso universal, transporte de bicicletas, incluyendo el acceso de mascotas.

Piscinas


En los años 70, en el Cerro Chacarillas, un gran estanque de regadío en desuso se transformó en una piscina popular. La idea fue de los trabajadores del Parque Metropolitano de Santiago, que el arquitecto Miguel Lawner aceptó y que encargó al arquitecto Carlos Martner. Así se instalaron las bombas, filtros, se llenó el estanque, y con viejas carrocerías de buses se construyeron los camarines.

En 1971 se abrió esta piscina popular de acceso libre para los trabajadores y sus familias. El lugar estuvo habilitado por un par de años, pero luego dejó de funcionar. En 1976 reabrió, pero con el nombre de Antilén, que en mapudungún significa “qué sol hay”.

En los años en que la piscina del Cerro Chacarillas era popular, otra piscina funcionaba de manera paralela con valores que no estaban al alcance de todos: la piscina Tupahue.

La piscina Tupahue fue construida en 1966, en un punto que era usado como basural. Las obras estuvieron a cargo del arquitecto Carlos Martner. La Embajada de México ayudó a financiar el proyecto. Se llama Tupahue porque ese fue el primer nombre que tuvo el cerro antes de la llegada de los españoles. Tupa, en quechua, significa cima, y hue, en mapudungún, lugar. Entonces, en quechua se interpretó como “Centinela”, y para el pueblo mapuche significó el Lugar de Dios.

Sector Tupahue

En el sector Tupahue, está ubicado el Torreón Victoria, inaugurado en 1925. Su nombre “Victoria” es en honor a la esposa del intendente Alberto Mackenna Subercaseaux. En los años 30, este sitio albergó el observatorio meteorológico El Salto. En 1950, funcionó como fuente de soda y local de venta de artesanías. Los terremotos de 1985 y 2010 destruyeron la torre y azotea y gran parte de la estructura principal. En 2012 fue remodelado y desde entonces funciona como centro de eventos.

En este sector también se emplaza el Mural Tupahue. Por encargo de los gobiernos chileno y mexicano, el artista Juan O’Gorman diseñó este mural que fue ejecutado por la chilena María Martner. Con piedras de colores recolectadas a lo largo del país, la artista levantó este mural en el sector Tupahue.

En la obra se ve un abrazo entre Caupolicán y Cuauhtémoc, coronados por un sol que representa la fecundidad y la luz, y rodeados de un guanaco, un cóndor, un águila, un guepardo, campesinos, huasos y flora de cada país, como el maíz y el copihue. Este mural fue inaugurado en 1966 y cinco décadas más tarde fue declarado Monumento Nacional, en la categoría de Zona Típica.

En el mismo año, se emplazó la Casa de la Cultura Anáhuac, como símbolo del acercamiento diplomático entre Chile y México. Anáhuac significa “rodeado de agua” que, en la cultura olmeca, designa a los valles mexicanos. En 1978, la artista Roser Bru creó el mural que se encuentra en el salón.

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