¿Cuál es el mejor capítulo de El Chavo del Ocho?

Don Ramón profesor (1975): El episodio más distinguido de la serie realizado en las aulas de la popular escuelita. Sucedió cuando el profesor Jirafales tuvo que salir de improvisto para resolver una urgencia y le encargó al buen Don Ramón que mantenga el orden de la clase.

 


Don Ramón profesor (1975)

El episodio más distinguido de la serie

 

Don Ramón profesor (1975)

El episodio más distinguido de la serie

 

Don Ramón profesor (1975)

El episodio más distinguido de la serie

 

 

Los 10 mejores episodios de la serie del chavo 8.

Somos muchas las generaciones las que hemos crecido viendo “El Chavo del Ocho”, lanzado en México el 20 de junio de 1971. Tras muchos años transmitiéndose en la televisión de todo el mundo, y aunque hace poco salió del aire por problemas legales, podemos encontrar sus capítulos en más de una plataforma y seguir riendo, sufriendo y gozando (totalmente comprometidos) con las ocurrencias de los protagonistas de la buena vecindad. El éxito de Roberto Gómez Bolaños (nunca sin sus talentosos compañeros) fue avasallador y a la vez duradero. Por esto, con todo el cariño que le tenemos –y aguantando a las críticas malévolas que lo consideraron alguna vez absurdo o tonto-, dedicamos esta 10+ al programa número uno de la televisión humorística… ¡Sale y vale!

1. Vacaciones en Acapulco (1977): Episodio único que se realizó en el célebre balneario mexicano sobre el cual muchos coincidiremos que es el mejor (sino uno de los mejores) capítulo(s) de la serie. Más allá de lo mucho que significaba la salida de un grande como Carlos Villagrán (fueron sus últimas grabaciones con Gómez Bolaños como Quico), fue sensacional ver a nuestros amigos salir de la rutina para moverse a un lugar paradisíaco y ‘cool’ que hacía un perfecto contraste con las manías de la ‘chusma’. La alegría del ‘chavito’ por conocer el mar, las poses de adonis de un Don Ramón acosado por la ‘bruja’, la ropa de baño de Doña Florinda, los líos de vecindad sobre la arena y la fogata final en una adecuada puesta de sol, fueron pinceladas que hicieron grande a este inmortal capítulo.

2. El ratero de la vecindad (1974): Uno de los capítulos que más llegó al ‘bobo’ fue este, donde todos creyeron que el Chavo había robado objetos de los vecinos, cuando el responsable era el desconocido señor Hurtado. “Ratero”, le acusaron en eco los miembros de la vecindad. Un triste Chavo tuvo que irse, pero decidió regresar porque él no había cometido ningún robo. Al final, Hurtado logró recapacitar: las cosas volvieron a sus dueños y la tranquilidad a la vecindad. Fue un final aleccionador y muchos lloraron con el episodio.

3. Los espíritus chocarreros (1974): Nunca nos habíamos reído tanto con una tenebrosa una sesión de espiritismo hasta esta historia. Las causas fueron el sonambulismo de Don Ramón y el misterio de los platos desaparecidos (él mismo los trasladaba al barril): esto encendió la alarma de la señorita Clotilde. “Son los espíritus chocarreros”, pensó Clotilde, convocando a una sesión de espiritismo a medianoche. Y ahí vino la mejor parte: el miedo puso histérica a Doña Florinda, Don Ramón se convirtió en un manojo de nervios y los chicos terminaron aterrados (estaban escondidos en la misma casa). Cuando se enteraron de la verdadera razón de todo –el trastorno de Don Ramón- la ‘señorita’ del 71 tuvo que hacer una mea culpa. Órale.

4. Don Ramón profesor (1975): El episodio más distinguido de la serie realizado en las aulas de la popular escuelita. Sucedió cuando el profesor Jirafales tuvo que salir de improvisto para resolver una urgencia y le encargó al buen Don Ramón que mantenga el orden de la clase. Nunca se imaginó lo que pasaría: el conocido ‘patas de chichicuilote’ supo no solo mantener la disciplina en sus alumnos, sino captar la atención con una espectacular interpretación dramática sobre el peligro de tocar objetos con el símbolo de la calavera. “Bravo, bravísimo”, dijo Jirafales al ver el show. “Solo es cuestión de usar un poquito la pepsicología”, se explicó Ramón. Qué grande.

5. La fiesta de la buena vecindad (1973): Hubo más de una versión de esta gran celebración. En este extraordinario capítulo (clásico de clásicos) todos se deseaban lo mejor, se proponían a eliminar rencillas, tratarse bien, etcétera, pero siempre acababan en un lío o en una tunda de Florinda al pobre Don Ramón. Aquí nace la típica escena en que el Chavo o Ñoño sacaban de todo el cuerpo bolsas camufladas de papas fritas mientras un contrariado Don Ramón intentaba tocar la guitarra. Otro fue el intento de Quico por recitar “El sapito glo glo gló” y, cuando no, el típico e inigualable “Perro arrepentido” del Chavo –que debía ser recitado 20 veces-. “Cállate, cállate que me desesperas”, tuvo que decir Quico, histérico.

6. Aguas frescas (1972): En este otro clásico imperdible, el Chavo puso a prueba su instinto emprendedor montando un negocio de “aguas frescas” con una propina que le había dado ‘La bruja del 71’. La manera de vender del Chavo era extraordinaria: “La que parece de limón, es de jamaica´, pero sabe a tamarindo”, explicaba, sacando de sus casillas a algún posible comprador, en este caso, la Chilindrina, Quico, Don Ramón o el señor Barriga (a quien el Chavo, como siempre, recibió con un golpe). Para variar, todo acabó en un embrollo porque Quico también intentó montar su negocio, luego llegaron los problemas de higiene, y finalmente, con o sin razón, Doña Florinda acabó golpeando a Don Ramón.

7. El billete de lotería (1974): Conocida es la pugna que libraron siempre Don Ramón y el señor Barriga por el cotidiano pago de la renta. Resultó que Ramón había comprado (al Chavo) el billete de lotería ¡con el premio mayor! (lo vio en el periódico): ahora sí le podría pagar al buen Barriga los 14 meses de renta que le debía. El problema fue que el hermano del ‘loco Valdez’ se la pasó buscando todo el capítulo el bendito billete de lotería (bajo la mirada suspicaz de su arrendador) para que, al encontrarlo y casi saltando en un pie, un inoportuno Chavo le dijera: “Ya me acordé que el sorteo era para el concurso de mañana”, dejando desahuciado al pobre hombre. Solo faltaba que le diga “bueno, pero no te enojes”.

8. Las nuevas vecinas (1972): El amor también invadió la vecindad cuando las bellas Gloria y Patty (su sobrina) llegaron a derrochar encanto en el vecindario. Gloria, una atractiva y sexy mujer, se acercó a preguntarle a Don Ramón si le podía regalar una tacita de azúcar, a lo que este asintió encantado, encrespando los ánimos de ‘la bruja del 71’. Del mismo modo, el Chavo y Quico cayeron rendidos ante los encantos de la dulce Patty, lo que no tardó en despertar los celos de la Chilindrina, que intentó ponerle la vida a cuadritos a la nueva niña. Es gracioso y propicio el fondo musical que insertan en cada aparición de las regias tía y sobrina.

9. Don Ramón ropavejero (1975): “A los niños desobedientes se los lleva el ropavejero”, así amenazaban los padres a los niños cuando estos se ponían reacios a cumplir las órdenes hace algunos años, y la vecindad no era la excepción. Doña Florinda hizo lo mismo con Quico, pero el que terminó perjudicado fue Don Ramón, que trabajaba (¡qué coincidencia!) como humilde ropavejero. El pobre hombre la vio negra, puesto que los pequeños –de lo aterrorizados que estaban- pensaron que venía realmente a llevárselos. Eso le bastó para recibir palos cada vez que pasaba por el patio diciendo: “sombreeeros, boteeellas….”. Auch.

10. El radio de Quico (1975): La modernidad se manifestó en la vecindad con una diminuta radio de transistores que llevó Quico para lucirse con Chavo y la Chilindrina, quienes de inmediato se mostraron interesados en el pequeño aparato. Estaba claro que Quico no compartiría por mucho tiempo su novedad, así que, por pedirlo de mala forma, el Chavo se lo tiró directo a la boca, provocando que se lo trague (¡ja!). El resultado, divertidísimo: cada vez que Quico abría la boca, se escuchaba a un locutor radial presentando música. Lo más jocoso ocurrió cuando se fue a llorar a su característico muro y al abrir la boca se escuchó el coro de la popular ranchera “Llorar y llorar”…


omos muchas las generaciones las que hemos crecido viendo “El Chavo del Ocho”, lanzado en México el 20 de junio de 1971. Tras muchos años transmitiéndose en la televisión de todo el mundo, y aunque hace poco salió del aire por problemas legales, podemos encontrar sus capítulos en más de una plataforma y seguir riendo, sufriendo y gozando (totalmente comprometidos) con las ocurrencias de los protagonistas de la buena vecindad. El éxito de Roberto Gómez Bolaños (nunca sin sus talentosos compañeros) fue avasallador y a la vez duradero. Por esto, con todo el cariño que le tenemos –y aguantando a las críticas malévolas que lo consideraron alguna vez absurdo o tonto-, dedicamos esta 10+ al programa número uno de la televisión humorística… ¡Sale y vale!

1. Vacaciones en Acapulco (1977): Episodio único que se realizó en el célebre balneario mexicano sobre el cual muchos coincidiremos que es el mejor (sino uno de los mejores) capítulo(s) de la serie. Más allá de lo mucho que significaba la salida de un grande como Carlos Villagrán (fueron sus últimas grabaciones con Gómez Bolaños como Quico), fue sensacional ver a nuestros amigos salir de la rutina para moverse a un lugar paradisíaco y ‘cool’ que hacía un perfecto contraste con las manías de la ‘chusma’. La alegría del ‘chavito’ por conocer el mar, las poses de adonis de un Don Ramón acosado por la ‘bruja’, la ropa de baño de Doña Florinda, los líos de vecindad sobre la arena y la fogata final en una adecuada puesta de sol, fueron pinceladas que hicieron grande a este inmortal capítulo.

2. El ratero de la vecindad (1974): Uno de los capítulos que más llegó al ‘bobo’ fue este, donde todos creyeron que el Chavo había robado objetos de los vecinos, cuando el responsable era el desconocido señor Hurtado. “Ratero”, le acusaron en eco los miembros de la vecindad. Un triste Chavo tuvo que irse, pero decidió regresar porque él no había cometido ningún robo. Al final, Hurtado logró recapacitar: las cosas volvieron a sus dueños y la tranquilidad a la vecindad. Fue un final aleccionador y muchos lloraron con el episodio.

3. Los espíritus chocarreros (1974): Nunca nos habíamos reído tanto con una tenebrosa una sesión de espiritismo hasta esta historia. Las causas fueron el sonambulismo de Don Ramón y el misterio de los platos desaparecidos (él mismo los trasladaba al barril): esto encendió la alarma de la señorita Clotilde. “Son los espíritus chocarreros”, pensó Clotilde, convocando a una sesión de espiritismo a medianoche. Y ahí vino la mejor parte: el miedo puso histérica a Doña Florinda, Don Ramón se convirtió en un manojo de nervios y los chicos terminaron aterrados (estaban escondidos en la misma casa). Cuando se enteraron de la verdadera razón de todo –el trastorno de Don Ramón- la ‘señorita’ del 71 tuvo que hacer una mea culpa. Órale.

4. Don Ramón profesor (1975): El episodio más distinguido de la serie realizado en las aulas de la popular escuelita. Sucedió cuando el profesor Jirafales tuvo que salir de improvisto para resolver una urgencia y le encargó al buen Don Ramón que mantenga el orden de la clase. Nunca se imaginó lo que pasaría: el conocido ‘patas de chichicuilote’ supo no solo mantener la disciplina en sus alumnos, sino captar la atención con una espectacular interpretación dramática sobre el peligro de tocar objetos con el símbolo de la calavera. “Bravo, bravísimo”, dijo Jirafales al ver el show. “Solo es cuestión de usar un poquito la pepsicología”, se explicó Ramón. Qué grande.

5. La fiesta de la buena vecindad (1973): Hubo más de una versión de esta gran celebración. En este extraordinario capítulo (clásico de clásicos) todos se deseaban lo mejor, se proponían a eliminar rencillas, tratarse bien, etcétera, pero siempre acababan en un lío o en una tunda de Florinda al pobre Don Ramón. Aquí nace la típica escena en que el Chavo o Ñoño sacaban de todo el cuerpo bolsas camufladas de papas fritas mientras un contrariado Don Ramón intentaba tocar la guitarra. Otro fue el intento de Quico por recitar “El sapito glo glo gló” y, cuando no, el típico e inigualable “Perro arrepentido” del Chavo –que debía ser recitado 20 veces-. “Cállate, cállate que me desesperas”, tuvo que decir Quico, histérico.

6. Aguas frescas (1972): En este otro clásico imperdible, el Chavo puso a prueba su instinto emprendedor montando un negocio de “aguas frescas” con una propina que le había dado ‘La bruja del 71’. La manera de vender del Chavo era extraordinaria: “La que parece de limón, es de jamaica´, pero sabe a tamarindo”, explicaba, sacando de sus casillas a algún posible comprador, en este caso, la Chilindrina, Quico, Don Ramón o el señor Barriga (a quien el Chavo, como siempre, recibió con un golpe). Para variar, todo acabó en un embrollo porque Quico también intentó montar su negocio, luego llegaron los problemas de higiene, y finalmente, con o sin razón, Doña Florinda acabó golpeando a Don Ramón.

7. El billete de lotería (1974): Conocida es la pugna que libraron siempre Don Ramón y el señor Barriga por el cotidiano pago de la renta. Resultó que Ramón había comprado (al Chavo) el billete de lotería ¡con el premio mayor! (lo vio en el periódico): ahora sí le podría pagar al buen Barriga los 14 meses de renta que le debía. El problema fue que el hermano del ‘loco Valdez’ se la pasó buscando todo el capítulo el bendito billete de lotería (bajo la mirada suspicaz de su arrendador) para que, al encontrarlo y casi saltando en un pie, un inoportuno Chavo le dijera: “Ya me acordé que el sorteo era para el concurso de mañana”, dejando desahuciado al pobre hombre. Solo faltaba que le diga “bueno, pero no te enojes”.

8. Las nuevas vecinas (1972): El amor también invadió la vecindad cuando las bellas Gloria y Patty (su sobrina) llegaron a derrochar encanto en el vecindario. Gloria, una atractiva y sexy mujer, se acercó a preguntarle a Don Ramón si le podía regalar una tacita de azúcar, a lo que este asintió encantado, encrespando los ánimos de ‘la bruja del 71’. Del mismo modo, el Chavo y Quico cayeron rendidos ante los encantos de la dulce Patty, lo que no tardó en despertar los celos de la Chilindrina, que intentó ponerle la vida a cuadritos a la nueva niña. Es gracioso y propicio el fondo musical que insertan en cada aparición de las regias tía y sobrina.

9. Don Ramón ropavejero (1975): “A los niños desobedientes se los lleva el ropavejero”, así amenazaban los padres a los niños cuando estos se ponían reacios a cumplir las órdenes hace algunos años, y la vecindad no era la excepción. Doña Florinda hizo lo mismo con Quico, pero el que terminó perjudicado fue Don Ramón, que trabajaba (¡qué coincidencia!) como humilde ropavejero. El pobre hombre la vio negra, puesto que los pequeños –de lo aterrorizados que estaban- pensaron que venía realmente a llevárselos. Eso le bastó para recibir palos cada vez que pasaba por el patio diciendo: “sombreeeros, boteeellas….”. Auch.

10. El radio de Quico (1975): La modernidad se manifestó en la vecindad con una diminuta radio de transistores que llevó Quico para lucirse con Chavo y la Chilindrina, quienes de inmediato se mostraron interesados en el pequeño aparato. Estaba claro que Quico no compartiría por mucho tiempo su novedad, así que, por pedirlo de mala forma, el Chavo se lo tiró directo a la boca, provocando que se lo trague (¡ja!). El resultado, divertidísimo: cada vez que Quico abría la boca, se escuchaba a un locutor radial presentando música. Lo más jocoso ocurrió cuando se fue a llorar a su característico muro y al abrir la boca se escuchó el coro de la popular ranchera “Llorar y llorar”…

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