Aunque el uso del término “españoles”, pudo ser para personas que hablaban en español y no necesariamente personas de España. “Para él, probablemente desde su perspectiva como centroeuropeo, no se trataba de una distinción lo suficientemente importante”, dijo el historiador.
Incluso al científico no le gustó la capital del país vecino: “Ve Buenos Aires como una versión sureña de Nueva York, más materialista y más enfocada en lo que él considera era la apariencia externa”.
Los brasileños “son monos para mí”
En Brasil también emitió juicios, si bien se impresionó con “la diversidad étnica” y con algunas figuras importantes de la época en el país, igualmente hizo comentarios que podría ser ofensivos.
Por ejemplo, escribió: “Aquí soy una especie de elefante blanco para los demás, ellos son monos para mí”.
Esta opinión, dijo Rosenkranz, “se acerca mucho a una deshumanización de los brasileños. Esta tendencia también es reflejada en su visión de los habitantes locales como monos. También se refiere a los residentes como ‘chiquitines’”
Incluso argumentaba estas percepciones con creencias de la época. “Einstein creía en lo que se denomina determinismo geográfico. Pensaba que un clima más caliente o un clima más húmedo perjudicaba las facultades cognitivas de la población local“, explicó el editor del libro.
“No se puede imaginar que la gente tenga las mismas habilidades cognitivas si tiene que hacerle frente al calor y a la humedad, lo cual por supuesto deja ver su actitud de superioridad”, concluyó.
La palabra “monos”, sin embargo, podría tener otro significado. “Lo de monos es una clase de término difícil en alemán porque también puede significar solo tontos. Pero, por supuesto, en el contexto lingüístico, estrictamente hablando, es una deshumanización porque estás comparando a personas con monos y, claro, hay una historia de llamar a personas simios que no es positiva”.
Uruguay “feliz”
Sobre Uruguay, el llamado “genio” de la física, tuvo una visión más positiva. “En Uruguay me encontré con una cordialidad genuina como pocas veces en mi vida. Allí conocí el amor a la tierra propia sin ningún tipo de megalomanía”, escribió.
También le gustó que fuera un país pequeño, de hecho creía que así funcionaban mejor las naciones.
“A él le gustaban los países pequeños. Pensaba que todos los países grandes debían ser divididos en países pequeños”, explicó el académico. “También le atrajo que Uruguay era una república y que había una estricta separación del Estado y del clérigo. Eso era importante para él. (…) Le impresionaron mucho los programas de bienestar social que existían”.
Einstein escribió en sus diarios que Uruguay era un “país pequeño y feliz”, y jamás pensó que sus más íntimos pensamientos terminarían saliendo a la luz al quedar en manos de universidades que conservan su patrimonio.
Rosenkranz aclaró que “no censuramos ningún material. Todo lo que está ahí nos comprometimos a publicarlo de alguna manera. (…) Esos pensamientos muy privados fueron publicados”.
El historiador también reflexionó que “cuando uno ve cómo Einstein se comporta a lo largo del tiempo, nos damos cuenta de que dice cosas diferentes en momentos distintos. Incluso se contradice a sí mismo, es como cualquier otro ser humano, cambia de opinión. Nos ofrecen la oportunidad de lidiar con el hecho de que incluso los seres humanos más venerados tienen un lado más oscuro, más primitivo que no podemos ni debemos ignorar o descartar”.