Un patrón nunca antes visto en el meteorito IM1

En concreto, el estudio preliminar sostiene que, de las 700 esférulas recuperadas del fondo marino, 57 de ellas no poseen una química propia del Sistema Solar. Por ejemplo, algunas de ellas están enriquecidas con el patrón berilio, lantano y uranio (BeLaU), combinaciones que no se encuentran en el Sistema Solar.

“Este patrón de abundancia no tiene precedentes en la literatura científica y podría haberse originado a partir de la diferenciación en un océano de magma en un exoplaneta con un núcleo de hierro”, dijo el coautor Stein Jacobsen, en un comunicado difundido por la Universidad de Harvard.

Los expertos calculan que antes de entrar a nuestro Sistema Solar, el meteorito IM1 se desplazaba a una velocidad de 60 kilómetros por segundo en relación con el estándar local del resto de la Vía Láctea, es decir, más rápido que el 95% de todas las estrellas en las cercanías del Sol.

Asimismo, sugieren que, como esta roca mantuvo su integridad a una velocidad de impacto en la Tierra de 45 kilómetros por segundo hasta una altura de 17 kilómetros sobre el Pacífico, este objeto está hecho con materiales extremadamente duros, al menos mucho más resistentes que las 272 rocas espaciales documentadas por la NASA en su catálogo de meteoritos del CNEOS.

Sugerencia sobre tecnología de “otras civilizaciones”

Si bien el estudio debe aún ser examinado en detalle por otros investigadores, Loeb y el equipo científico que lo acompaña sugiere que este objeto podría tener un origen artificial, aunque las pruebas de las esférulas no son evidencia suficiente para comprobar la idea.

“Encontrar la primera y la segunda hormiga en una cocina es alarmante porque implica que hay muchas más hormigas ahí fuera. Una tasa de detección aleatoria de una vez por década, para objetos interestelares del tamaño de un metro, implica que unos cuantos millones de estos objetos residen dentro de la órbita de la Tierra, alrededor del Sol, en un momento dado. Algunos de ellos pueden representar basura espacial tecnológica de otras civilizaciones”, sugiere Loeb en el sitio web de su proyecto.