Carl Sagan y su plan para terraformar Venus

Sagan no es el único que vio a Venus como un desafío y decidió buscar alguna manera de terraformarlo, pero sí fue el primero. En 1961, con su artículo en Sciencepropuso que podría ser posible introduciendo bacterias genéticamente modificadas en sus nubes.

Según recoge el medio Interesting Engineering, estos organismos gradualmente convertirían el dióxido de carbono en moléculas orgánicas, que son claves para la vida.

Para ello, el científico propuso cianobacterias, que son un tipo de bacterias que pueden obtener energía biológica mediante la fotosíntesis oxigénica, que consume dióxido de carbono (CO2) y en respuesta subproduce oxígeno (O2).

Si había partículas de agua en las nubes de venus, el método sería viable, pero un hallazgo posterior terminó por descartar parte de la hipótesis de Sagan. Se trata de la presencia de ácido sulfúrico.

Misiones espaciales que se acercaron tiempo después a la superficie del planeta descubrieron que sus nubes están compuestas de ácido sulfúrico, un químico altamente corrosivo. Los astrónomos incluso teorizan que en Venus la lluvia sería de este compuesto y que debido a las temperaturas extremas se evapora antes de llegar al suelo.

¿Es posible terraformar Venus?

Sagan continuó investigando y definió algunos puntos clave que harían posible esta hazaña y con los que muchos científicos concuerdan, aunque requerirían de una ciencia e ingeniería a escalas planetarias que, al menos hoy, no existe.

Para terraformar Venus tendríamos que:

—Reducir su temperatura superficial (que supera los 460° C)
—Proporcionarle un campo magnético
—Eliminar o transformar la mayor parte de su atmósfera (compuesta principalmente por CO2)
—Añadir oxígeno a la atmósfera
—Cuando la temperatura descienda por debajo de los 100° C, transformar el vapor de agua en agua líquida

¿Cómo? En eso trabajan los científicos a la fecha. Algunas posibilidades implican bombardear las nubes de Venus con compuestos como el hidrógeno, que en reacción con la atmósfera produciría grafito y agua.

El científico británico Paul Birch, en 1991, propuso que con estas bombas la reacción química mantendría al grafito “secuestrado” y haría que el agua callera en la superficie, cubriendo el 80% del planeta con océanos.

Otros científicos han planteado hipótesis similares con otros componentes. Pero también han surgido ideas más simples, como por ejemplo hacer sombra en el planeta con enormes objetos que se interpondrían en la órbita entre Venus y el Sol. Así, el planeta bajaría sus temperaturas drásticamente. Esto también bloquearía el viento solar y lo protegería de la alta radiación.

Más adelante, en 1994, Sagan retomó el tema y junto al astrofísico James B. Pollack planteó la posibilidad de eliminar su atmósfera de CO2, de acuerdo con un artículo de Universe Today. Los científicos calcularon y concluyeron que el impacto de un objeto de 700 kilómetros de diámetro a una gran velocidad afectaría a una mínima parte de la atmósfera, pero para que fuera suficiente, tendrían que ser miles de objetos de impacto como ese.

Otra opción era acelerar la rotación de Venus para que el día con luz solar fuera más corto y bajara su temperatura, aunque para ello se necesitaría el impacto de un objeto de inmensas dimensiones y con mucha fuerza, que pudiera generar un cambio en su velocidad de giro.

 

Incluso la NASA ha ahondado en la utopía de Venus. En 2003, el científico e ingeniero aeroespacial Geoffrey A. Landis, publicó el paper Colonization of Venus, donde sugería construir ciudades flotantes sobre el planeta, por encima de su capa superior de nubes.

Landis decía que a esa altitud, las temperaturas podían ser tolerables para los humanos y que al mismo tiempo funcionarían como “escudos solares”. Mientras el planeta se enfriara, los humanos procesarían datos y observarían su evolución para, en algún momento, poder bajar a su superficie.

Por ahora, Venus es una frontera lejana, dicen los expertos, las agencias espaciales del mundo apuntan a la Luna y a Marte como los próximos destinos para la humanidad, pero estas primeras ideas, que se siguen estudiando, podrían ser un pie para la vida interplanetaria en el futuro.